Cuando los anticonceptivos seguros aún no se habían inventado, el semen era un fluido peligroso del que, si no se quería tener descendencia, había que protegerse, mantenerse a salvo, ya que éste poseía propiedades casi mágicas para penetrar en el cuerpo femenino. Las leyendas hablaban de mujeres que se habían quedado embarazadas sin tener relaciones, tan solo con secarse con una toalla que previamente hubiera utilizado un hombre para sus perversos fines o nadado en una piscina que contuviera restos de semen –las municipales y las de barrios periféricos encabezaban los rankings de las más peligrosas–.
Recientes descubrimientos científicos han demostrado las múltiples y beneficiosas propiedades de este fluido de vida e invitan a reconciliarnos con él, siempre y cuando su origen de procedencia cumpla con todas las medidas de seguridad, ya que el semen puede trasmitir enfermedades: clamidia, herpes, sida, papiloma, hepatitis B o gonorrea.
La felación era para Freud “la trasformación de otra situación en la que nos sentimos una vez muy a gusto, es decir cuando durante la lactancia tomábamos en la boca el pezón de la madre o de la nodriza y chupábamos de él”. Claro que no todas las mujeres coinciden con esta descripción ni la encuentran tan idílica. Las que descarten la toma oral, siempre tienen la clásica y más efectiva, ya que la vagina es la zona ideal para incorporar sustancias químicas al cuerpo, pues al estar irrigada por una extensa red de vasos sanguíneos, estos hacen que cualquier elemento depositado allí llegue al cerebro en cuestión de segundos. La piel es también un sofisticado órgano de absorción de sustancias, y al semen se le han reconocido propiedades antioxidantes, de reducción de las arrugas y alivio en casos de acné. Todo un preparado de belleza. Una empresa noruega, Bioforskning ya lo ha sintetizado y bautizado como spermina y lo comercializa como ingrediente de una de sus cremas faciales.
Tal vez el mejor de los beneficios del semen sea su potente acción antidepresiva. La felicidad, alegría de vivir y relajación, producto de unas relaciones sexuales placenteras, no provienen solo de los múltiples beneficios del sexo, sino de las dosis periódicas de un cóctel de sustancias que revivirían a un muerto: oxitocina, molécula del amor y afrodisíaca; serotonina, el más popular de los neurotransmisores con la función de regular el ánimo; cortisol, que aumenta la sensación de afecto entre dos personas; estrona, mejora el ánimo; prolactina, un antidepresivo natural, o melatonina, que mejora los tiempos del sueño.
El líquido encargado de trasportar los espermatozoides debe de estar lleno, por necesidades biológicas, de nutrientes. En los cursos de supervivencia aconsejan que si uno/a se encuentra perdido –pongamos que en medio de la nieve y sin provisiones pero con compañía–, pase un buen rato –ustedes ya me entienden– y, además, obtenga algunas vitaminas y minerales. La lista de nutrientes que contiene este fluido es larga e incluye vitaminas C y B12, calcio, magnesio, fósforo, zinc, proteínas o sodio, y la buena noticia es que no engorda.
Las propiedades alimenticias y culinarias del semen no pasaron desapercibidas al chef Fotie Photenhauer que ha escrito Natural Harvest (Cosecha natural), un compendio de recetas con este ingrediente. En opinión de este cocinero “el esperma no solo es nutritivo sino que además tiene una maravillosa textura y unas propiedades sorprendentes en la cocina”. “Como el buen vino y los buenos quesos, el sabor del semen es complejo y dinámico”, añade Fotie, sin olvidar que es muy económico, está presente en la mayoría de los hogares y sigue la nueva tendencia culinaria del Km 0, que aboga por productos locales y frescos.
Esta sustancia tan antigua como el hombre lleva también incorporado un sistema de almacenamiento de información mucho más avanzado que la tecnología informática punta. Recientemente, varios investigadores de las universidades de Harvard y Johns Hopkins consiguieron almacenar un petabyte de información en 1,5 miligramos de ADN, el equivalente a un milímetro cúbico de semen. Si la eyaculación media masculina oscila entre los 2 y los 6 mililitros cúbicos, significa que puede almacenar 4 petabytes de datos.
En la antigüedad el semen era considerado como un elemento semi sagrado, vigorizante y con innumerables funciones. En algunos pueblos del Pacífico Sur creían que la ingestión del esperma por los adolescentes era necesaria para adquirir la maduración sexual. Los japoneses castigaban a las mujeres infieles practicándole un castigo llamado Bukkake y que consistía en rociarlas con semen procedente de varios hombres, lo que luego ha desembocado en una practica sexual con el mismo nombre. Por último, Cleopatra tenía un esclavo a su disposición que le proveía de este “preparado” que utilizaba como crema de belleza.
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