10 sencillas claves que no te costará nada llevar a cabo ni supondrán un esfuerzo extra durante tus días de descanso. Solo necesitarás un poco más de constancia y atención aunque sus beneficios son múltiples: tendrás una piel más saludable, un bronceado más bonito y evitarás daños innecesarios. Empieza a romper falsos mitos e ideas preconcebidas sobre el cuidado del cutis en verano; estas 10 claves serán tus mejores aliadas en tus días de playa.
1. Olvidarte de proteger las zonas sensibles: orejas, línea de nacimiento del pelo, empeines, contorno de ojos, cuello... ¿Cuándo fue la última vez que te esforzaste en aplicar bien protección en estas áreas? Aunque no repares en ella se queman incluso más que otras partes de tu cuerpo no solo porque no están bien protegidas sino porque sobresalen más o, en el caso de los ojos, porque su piel es más sensible. Especialmente para esta última sería necesario utilizar un SPF específico que ayude, además, a prevenir el envejecimiento. Prueba con el Tratamiento Antiarrugas Contorno de Ojos Alta Protección, de Clarins.
2. No dejes la exfoliación aunque estés bronceada: existe el falso mito que afirma que hacerte un peeling sobre la piel morena hace que se elimine el bronceado. ¡Mentira! La exfoliación no llega a capas tan profundas pero sí permite limpiar de suciedad y células muertas las más superiores y, de hecho, favorece que tengas una tonalidad más uniforme y luminosa. Utiliza los peelings de noche, y después aplica una buena crema hidratante, un par de veces a la semana. Eso sí, no te exfolies de más y ni se te ocurre hacerlo si estás quemada por el sol.
Zooey sabe cómo estar en la playa
3. Repite la aplicación del protector solar: ya has asumido que debes estar siempre protegida y con un buen SPF antes de exponerte al sol. Pero ¿recuerdas que debes repetir la aplicación cada dos horas más o menos? También si el producto es waterproof: aunque sea resistente al agua eso quiere decir que te protegerá dentro de ella y cuando vuelvas a salir, pero su pantalla no permanecerá eternamente sobre tu piel. No basta con aplicarte el producto cada mañana y pasar todo el día fuera como si tal cosa. Si vuelves de tu semana de playa con los botes de SPF medio llenos es que algo has hecho mal: ¡debes consumirlos enteros!
4. No dejes de hidratarte: a pesar de que en los días de mayor exposición al sol estarás continuamente aplicándote producto, esto no quiere decir que tu piel esté debidamente hidratada. Por la mañana, y antes de la primera capa de SPF, puedes aplicar una más fina de tu hidratante habitual. Además, cada noche y sobre la piel limpia, es imprescindible una hidratante-calmante que repare los daños del sol, regenere y devuelva el agua perdida durante toda la jornada.
5. No te quedes dormida al sol: puede que te parezca muy idílico echarte una siesta a pleno sol y con el sonido del mar de fondo, pero no es nada recomendable. Puedes deshidratarte y sufrir una insolación, por no hablar de que, al no estar alerta, te puedes despistar y exponerte de más por lo que el peligro de quemaduras aumenta. Además, la hora de la siesta es en el momento en el que el sol es más agresivo. Si quieres sestear, hazlo a la sombra o indoors.
6. Benefíciate de las sombras: para las siestas o para estar al exterior. Las sombrillas y los sombreros no impedirán que te broncees pero sí que te quemes. No deben faltar ninguno de los dos en tus días de playa al igual que las gafas de sol, otro protector excelente para la zona del contorno de ojos (ver punto número 1).
7. Utiliza protección solar aunque esté nublado: o aunque estés bajo la sombrilla. El sol está ahí aunque tengas a las nubes y a la sombrilla impidiéndote verlo, y sus rayos se filtran a través de ellos. ¿Quién no se ha quemado alguna vez en ese día en el que había nubes en el cielo? El SPF debe estar presente SIEMPRE.
8. Deja respirar a los poros: aunque insistimos en la necesidad de repetir la aplicación del SPF, no te olvides de que tu piel también tiene que respirar. Aprovecha tus días de descanso para reducir tu rutina beauty a lo mínimo (hidratación, protección, aftersun). Procura no maquillarte al sol salvo que sea estrictamente necesario, evita acumular muchas capas de productos y opta por una buena limpieza con productos suaves cada noche.
9. No te vayas a dormir sin desmaquillar: un clásico de las largas noches de verano es meterte en la cama con el maquillaje puesto. Remitiéndonos al punto anterior debes dejar respirar a tus poros. Además, la presencia de impurezas puede favorecer la aparición de granitos o irritaciones que alterarán tu bronceado.
10. Evita acostarte muy tarde: este punto no quiere decir que lleves una vida monacal de recogimiento y oración todo el verano; ¡por supuesto que hay que divertirse por la noche! Pero la falta de sueño puede hacer que tu piel reaccione muy negativamente, y más estando expuesta al sol. Al no descansar debidamente no tiene tiempo para recuperarse de los daños del día y estará más sensible. Intenta dormir las 8 horas imprescindibles, tu piel (y tu mente) te lo agradecerán.
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