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Que estaria haciendo en el embalsamador de los papas, Massimo Signori en Cuba en febrero

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En enero, en La Habana, Cuba, alguien identificó a Massimo Signoracci, médico patólogo conocido por la tarea de embalsamar los cadaveres de los papas Juan Pablo I y Juan Pablo II. La visita de Signoracci se asoció a Chávez, aunque el motivo de la presencia haya sido otro.





CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). La certeza de que Hugo Chávez llegaba al final de sus días comenzó a 'viralizarse' apenas comenzó enero, cuando las autoridades venezolanas se empeñaban en afirmar que todo marchaba en forma correcta.

En enero, en La Habana, Cuba, alguien identificó a Massimo Signoracci, médico patólogo conocido por la tarea de embalsamar los cadaveres de los papas Juan Pablo I y Juan Pablo II. La visita de Signoracci se asoció a Chávez, aunque el motivo de la presencia haya sido otro.

Entonces, podría afirmarse que Chávez comenzó a perder la batalla mediática acerca de su salud, cuando la opinión pública global tuvo conocimiento de que un Signoracci estaba 'en zona'.

Los Signoracci son artesanos que administran una fórmula desconocida, que se transmite de generación en generación, y les asegura su éxito profesional. Sólo se sabe que consta de inyecciones en el hígado y bajo la piel de compuestos que retrasan el deterioro y tensan los músculos.

Antiguamente, para que el cuerpo de un Papa se conservara mejor le quitaban los órganos internos, que eran puestos en ánforas y depositados en las iglesias de San Anastasio y San Vincenzo, en el centro de Roma.

La costumbre de preservar el cuerpo de los papas fallecidos era necesaria en siglos pasados, porque los creyentes besaban los pies del santo padre, que sobresalían del féretro. Esta ceremonia fue suspendida durante el entierro de León XIII, en 1903, debido al deficiente embalsamamiento de su cuerpo.

La tradición fue abolida a comienzos del siglo 20 por Pío X, quien decidió que los cadáveres debían ser enterrados íntegros, con todos sus órganos, y comenzó el vínculo con la familia Signoracci, especializado en las técnicas de conservación, que aplicaron, al menos, a Pío XI, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II.

Los Signoracci trabajan bajo la dirección del Instituto de Medicina Legal de la Universidad de La Sapienza de Roma. La técnica es tan efectiva que, cuando fue abierta la tumba de Juan XXIII, en cumplimiento de las disposiciones para su beatificación, se descubrió que el cuerpo del "Papa bueno" estaba perfectamente conservado 38 años después de su muerte, en 1965.

En el caso de Juan Pablo II sólo le inyectaron al cadáver, un químico conservante, un procedimiento que demora 2 o 3 horas, para garantizar que resistiera 3 días de exposición al público en la Basílica de San Pedro.

Lo ratificó el entonces vocero del Vaticano, Joaquín Navarro Valls: "El cadáver no fue embalsamado. Sólo ha sido preparado teniendo en cuenta que hasta días después no sería enterrado".

Los egipcios y los incas eran civilizaciones que embalsamaban a sus muertos porque creían que al preservar el cuerpo, alcanzaba la vida eterna. La preservación de los cuerpos se clasifica de 3 formas:

> preservados deliberadamente (desde mucho antes de los tiempos de los faraones egipcios, cuando el arte del embalsamamiento produjo momias arrugadas, rígidas y muy secas, que han sobrevivido 5.000 años),

> preservados accidentalmente (momificación natural), y

> los incorruptibles (desde los tempranos días de la cristiandad. Su preservación ha desafiado a escépticos y contradicho las leyes de la naturaleza.La mayor parte de los incorruptos, en cambio, se preserva húmeda y flexible, incluso tras el paso de los siglos).

Con Pablo VI, en 1978, los Signoracci recibieron instrucciones de un trabajo leve porque el ataúd permanecería cerrado. Sin embargo, Pablo VI acabó siendo expuesto primero en Castelgandolfo y luego en la Basílica de San Pedro. Después de 48 horas el cuerpo comenzó a mostrar signos de descomposición: la mandíbula se aflojó, la piel palideció y las uñas se volvieron grises.

El patólogo forense Humberto Mas dice que eso era habitual: las fórmulas químicas utilizadas para embalsamar solían ser tratadas como un secreto de familia que se transmitía de una generación a otra. Pero desde 1860 se estandarizó el formol o formaldeido, aunque existe una fórmula española llamada Complucat, que permite flexibilidad y textura natural al cuerpo embalsamado.
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