Suyima Torres, la joven de 28 años que murió tras someterse a un tratamiento cosmético en Cuerpos Health & Aesthetic en Miami no fue la primera paciente que sufrió problemas después de haber recibido inyecciones para aumentar el tamaño de sus glúteos en ese establecimiento, que sólo tenía licencia para practicar masajes.
Dos semanas antes de que Torres muriera, Dailén García, una joven de 20 años residente de Miami, tuvo que ingresar en el hospital por una hemorragia pulmonar tras pasar por el mismo procedimiento. Según García y su abogado, Jorge P. Gutiérrez Jr., la joven estuvo ingresada casi tres semanas en cuidados intensivos en el Baptist Hospital.
De acuerdo con Gutiérrez, la joven tiene daños permanentes, no ha podido volver a trabajar, respira con dificultad y sufre una infiltración en la retina que le causa manchas oscuras en la visión. “Sólo caminar me fatiga”, dijo García. “Pero sobre todo es mi vista. No puedo manejar”.
García, que trabajaba como manicurista y tiene un hijo de menos de un año, encontró la página web de Cuerpos Health & Aesthetics tras buscar clínicas de tratamientos cosméticos y vio que quedaba en el mismo centro comercial en el que ella trabajaba, en la suite 206-B del bloque 8410 de West Flagler.
Fue durante su tercera sesión, cuando se sintió mal por primera vez, y se lo dijo a Ruth Planas, dueña del establecimiento.
“Me dijo que eso era porque no había comido”, dijo García. “Cuando bajé a mi trabajo, no me sentí bien. Veía todo oscuro”.
García llamó a su pareja, quien la llevó al Baptist Hospital.
“Me dio por toser, y escupía sangre”, dijo García. “Tenía los pulmones bien parados”. Como en el caso de Torres, la sustancia que le inyectaron migró a través del torrente sanguíneo a los pulmones, y eso le causó una hemorragia pulmonar.
García, que fue identificada inicialmente por los canales Telemundo51 y NBC6, dijo que a ella le explicaron que le estaban inyectado Artefill, un sustancia aprobada por la Dirección de Alimentos y Fármacos (FDA) e indicada para rellenar las arrugas nasolabiales, las que aparecen entre el lóbulo de la nariz y la comisura de los labios.
Pero Gutiérrez, que está investigando el caso para presentar una demanda, afirma que eso es imposible. Sostuvo que el supuesto médico le inyectó a García 950 ml. del líquido en cada glúteo, y que si hubieran usado Artefill, el tratamiento debería haber costado al menos $400,000, según médicos con los que hablaron. García afirmó que pagó en total unos $4,000 por las tres sesiones a las que se sometió.
García dice que durante la última sesión, el supuesto médico venezolano que le ponía las inyecciones, y a quien las autoridades están buscando, le comentó a la dueña del establecimiento que el precio de la sustancia que le estaban inyectando había subido en Venezuela y que tenían que ver si podían conseguirlo de otra manera.
El problema de las mujeres que sufren efectos secundarios tras someterse a tratamientos cosméticos en clínicas que no cumplen con las regulaciones es más extendido de lo que se piensa, según el cirujano plástico de Miami Bernabe Vázquez, miembro de la Sociedad Estadounidense de Cirujanos Plásticos
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