En efecto: desde 1609, año en que se documentó el primer caso de difalia, ha habido en varios países del mundo personas que, al nacer, presentan no uno, sino dos miembros viriles, casi siempre idénticos entre sí, simétricos, una suerte de Jano exclusivamente genital con sus caras mirando a ambos lados del pubis, aunque también hay casos en los que un pene es más pequeño que otro. Asimismo, en casi todos los casos ambos apéndices son totalmente funcionales, al menos para orinar, lo cual puede hacerse por los dos al mismo tiempo o por separado.
La difalia afecta las funciones reproductivas, dado que este sistema sufre un reacomodo de sus componentes, además de generar problemas renales y espinales, pero salvo por esto, la salud de los niños que nacen con ella es buena en términos generales.
A pesar de que desde el siglo XVII se ha registrado solo un centenar de casos de difalia, los médicos conocen bien sus causas. Esta malformación se origina entre los días 24 y 25 de la gestación, cuando el tracto que forma los órganos urogenitales se separan tanto de la genitalia como del recto, ambos todavía sin diferenciar. Si el feto se ve sometido a condiciones de estrés durante estos días, las células involucradas en el proceso pueden incurrir en una duplicación errónea que lleva al efecto descrito.
La difalia es sumamente rara y, al menos en Estados Unidos, se estima que solo 1 hombre en medio millón la padece.
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