Según los especialistas, “el fuerte aroma corporal generado en las partes cercanas a los genitales puede interferir momentáneamente en la correcta respiración y en los receptores olfativos”.
Sin embargo, aclararon que los resultados volcados determinaron que no sucede con las personas recién higienizadas. “Sucede cuando se llevan varias horas sin bañarse, que es cuando más se concentran los olores combinados de la transpiración y los fluidos corporales como orina, materia fecal y flujos sexuales”.
El doctor Yamkazi señaló que la curiosidad por esta experiencia le surgió al ver que su hijo, mientras miraba televisión, realizó un acto reflejo que consistió en manosearse las regiones bajas, para luego llevar su mano a la nariz. “Hay mucha gente propensa a realizar esa desagradable acción”.
Sin conocer las consecuencias traídas por este acto, Yamkazi y su equipo convocaron a un grupo de 20 personas, 10 de ellas recién bañadas y 10 sin bañarse -2 de ellas bañadas hacía 6 horas, 2 tras 12 horas sin ducharse, 2 con un día, 2 con 48 horas y las últimas 2 fueron con 4 días sin pegarse una enjuagada.
Tras hacerlos tocarse “las partes” y luego olerse los dedos -todos ubicados en cubículos independientes-, los científicos emitieron un perfume en spray en el salón y esperaron a que los sujetos de estudio apretaran un botón -el cual, previamente, les habían dicho que presionaran ni bien sintieran un aroma en el ambiente-.
Los resultados fueron rotundos: Aquellos 10 que estaban recién duchados pulsaron el botón casi de inmediato, mientras que las otras personas tardaron mucho más en hacerlo e, inclusive, hubo uno de los sujetos que llevaba 4 días sin bañarse que jamás sintió la suave esencia emitida por los especialistas.
De todos modos, tras unos minutos de haberse olido los dedos llenos de esencias genitales, el olfato vuelve a la normalidad.
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