La estadounidense Michelle Kosilek, de 60 años, quien naciera hombre y bajo el nombre de Robert Kosilek, consiguió que las autoridades de Massachusetts le permitieran operarse y consumar así su cambio de sexo, sin importar que esto le conllevaría diversos problemas, ya que se encuentra presa en una cárcel para varones, en donde fue ingresada tras el asesinato de su esposo en 1990.
"Todos tienen derecho a que su salud sea atendida, sin importar si uno se encuentre en prisión o libre en las calles. La gente en las prisiones que tiene enfermedades del corazón, la cadera o las rodillas han sido sometidos a cirugía para curarse. Mis necesidades médicas no son menos o más importantes que las de la persona en la celda junto a la mía", declaró Michelle en el 2011, quien desde el 2000 luchó por ser escuchada y ser tomada en cuenta por las autoridades, quienes se negaban a permitirle la operación, al argumentar que sería blanco de acoso por parte de otro reos.
El cambio de decisión de las autoridades se dio tras el fallo del juez Mark Wolf, quien aseguró que se deben de cumplir las necesidades médicas de Michelle:
"Es el único tratamiento posible para su desorden de género. No hay otro medio menos intrusivo para corregir la violación prolongada a su derecho a recibir atención médica", declaró el juez, quien señaló que aún se desconoce si Michelle permanecerá en la prisión de hombres, ya que esa decisión deberá ser tomada por las autoridades carcelarias.
"El tribunal no decide en este momento dónde debe ser encarcelado Kosilek tras la operación", concluyó el juez.
De acuerdo a informes de la prensa internacional, el costo de la operación iría de los 7 mil a los 50 mil dólares, a la vez de señalar que hasta ahora Michelle sólo se le había permitido someterse a un tratamiento hormonal, a depilación definitiva y a psicoterapia, sin embargo, aún seguía sintiéndose en el cuerpo equivocado, por lo que en una ocasión intentó castrarse y contempló el suicidio en 2 oportunidades
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